Buscar
sábado, 27 de abril de 2024 18:28h.

LOS HOMBRES NO SE IDENTIFICAN CON EL PERSONAJE MASCULINO

¿Por qué los hombres no leen novela romántica?

Convendría precisar en este artículo, antes de adentrarnos en las posibles respuestas, a esta pregunta: ¿Qué se entiende por novela romántica? 

1452265_1422389447704_full

Nos vamos a referir a la más convencional, aquella que relata la historia de amor entre un hombre y una mujer que surge de forma espontánea, crece entre múltiples dificultades y tiene un final feliz

¿Cuál es su situación dentro del panorama literario general?

De todos es conocido el auge de la novela romántica en los últimos años. De hecho, incluyendo todos los subgéneros de la misma, se dice que las ventas de novela romántica superan el 50% del total de la narrativa de ficción, y ello pese a que sigue siendo denostada por los gurús de la literatura, y nunca suelen aparecer en los suplementos literarios de los periódicos "serios". Pero curiosamente hombres, tan sólo el 5% de sus lectores son masculinos.

Art_culo-1-C_-Chic-Por-qu_-los-hombres-no-leen-nov_001

¿Cuál es la razón de este escaso porcentaje de lectores masculinos?

¿Acaso les avergüenza leer romántica? Probablemente es una de las causas, precisamente por la mala prensa que tiene este género al no considerar un hecho precisamente cultural leer este tipo de novelas, agravado en ocasiones por esas portadas tan explícitas que aún se utilizan y que a cualquier hombre le cuesta mostrar en un lugar público.

Hace poco me llegó este comentario en Amazon sobre mi última novela, Sueños de Luna, realizado por un hombre, de lo cual deduzco que siguen existiendo muchos prejuicios hacia este género.

¿Podría ser otro de los motivos que no les agrada el romanticismo? Yo creo que sí les gusta aunque no lo manifiesten abiertamente. ¿Entonces? Quizá la novela romántica genérica, esa a la que he aludido antes, les aburra. Historias similares, reiterativas, con final previsible… Podría ser una razón. Pero yo me inclino más a pensar que uno de los motivos de peso es que no se sienten representados. Analicemos esta posibilidad.

Art_culo-1-C_-Chic-Por-qu_-los-hombres-no-leen-nov_003

El personaje femenino típico es una mujer joven, corriente, que no resulta especialmente atractiva, pero que tiene cierto encanto y personalidad. Ha tenido algunas experiencias amorosas pero que no le han llegado a calar. Sus prioridades actuales se centran en sus estudios o en su proyección profesional. Un día conoce, o “tropieza” casualmente con un  hombre que por alguna extraña razón la descoloca, y por el que llega a sentirse especialmente atraída. La historia continúa y un día decide bajar al ruedo, a la arena, a batirse con sus innumerables competidoras. Ahí viene lo que yo llamo el mito de “la cenicienta”, que no es otro que el de la transformación en una mujer especialmente bella y atractiva, y que conseguirá seducirlo. Este mito no es una ensoñación, es real, toda mujer sabe implícitamente que cuenta con ello, es como una carta, un as que siempre tiene bajo la manga. La capacidad de transformación de una mujer es enorme, y si se lo propone es capaz de multiplicar por 10 su atractivo físico habitual así como sus dotes de seducción.

La historia evoluciona y después viene lo que yo llamo el mito de la “redención”. Ese hombre duro, gélido en ocasiones, egoísta y dominante, esconde en su interior una gran ternura y romanticismo, algo que ella como mujer intuye, pero sus fantasmas, su oscuro pasado, le impiden manifestarlo. Ella luchará por él, por alejar sus miedos, por redimirlo de sus pecados, por devolverle su yo, y triunfará. Ese mito de la redención psicológicamente es una variante del instinto maternal. A partir de ahí sigue una historia que estará llena de dificultades, tanto por cierta incompatibilidad inicial entre los caracteres de él y ella, como por elementos externos que la ponen en peligro. Y esto es así porque un final feliz será tanto más satisfactorio cuanto más difícil y costoso haya resultado su consecución.

46d5ad865ba5a0b69297981dff71ce46

Hasta aquí la mayoría de lectoras sienten una gran empatía por el personaje femenino, con el cual se identifican en gran medida. Pero…

¿Qué ocurre con el personaje masculino?

Por lo general es un hombre joven, muy atractivo físicamente, tiene un cuerpo cultivado y su rostro, especialmente su boca, sus ojos y su pelo, son muy bellos. Rezuma virilidad por sus cuatro costados, y tiene mucho carácter y personalidad. Pese a su oscuro, o traumático en algunos casos, pasado, hoy en día es un hombre de gran éxito profesional, incluso comprometido con ciertas causas benéficas y sociales, pero desde el anonimato. Pero no es suficiente. Además es inteligente, detallista, con buen gusto y muy culto. Sus facultades sexuales son impresionantes, así como su conocimiento sobre la sexualidad femenina. En definitiva, se dibuja un personaje masculino del que cualquier lectora se enamoraría. Pero… ¿Qué ocurre con el lector masculino?

¿Creéis que algún hombre se puede sentir identificado con ese personaje?

Recuerdo un post de Isabel Keats de hace ya algunos años en el que manifestaba: «A mí, en cuestiones de héroes románticos, que me den un hombre alto, guapo, musculoso pero sin excesos, duro y tierno a la vez, muy cariñoso, millonario (que se gane bien la vida, vamos) y, sobre todo, equilibrado. Este tipo de hombre sí que me hace soñar. Sin embargo, sé muy bien que hay un montón de lectoras que no opinan así; que a ellas les gustan los hombres de oscuro pasado —cuanto más negro, mejor—, atormentados, heridos, maltratados...». Es por ello que se le ocurrió realizar una encuesta entre sus seguidoras, titulada «Características fundamentales de los protagonistas masculinos que nos hacen soñar a las lectoras de novela romántica». Se trataba de citar los cinco adjetivos que mejor describieran al protagonista masculino perfecto.

26qanda-superJumbo-960x640

El resultado de la encuesta fue que la cualidad ganadora, la que quedó en primer lugar, fue EL ATRACTIVO FÍSICO, con especial admiración por los altos, morenos y con ojos claros. A poca distancia quedó EL SENTIDO DEL HUMOR, un resultado interesante, pues ellas al parecer valoran mucho que las hagan reír. En tercer lugar quedó LA INTELIGENCIA, y en cuarta posición (yo esperaba mejor valoración) la de DURO/TIERNO. Según aclaraba la propia Isabel Keats, a ellas les encantan los tipos arrogantes y un poco chuletas, pero al mismo tiempo, debajo de ese toque de gallito de corral, quieren que haya una gruesa capa de ternura.

Y en último lugar... ATENTO. Tengo que confesar que me he sentido algo decepcionado, que incluso llego a dudar de la sinceridad de las que han respondido a dicha encuesta, porque... ¿dónde está la habilidad y potencia sexual? ¿Acaso no les importa que sea un buen amante en la cama (o en el sofá, la cocina, el ascensor...)? Pues ya veis, esa cualidad no ha quedado entre las cinco finalistas.

En cualquier caso, ese protagonista se encuentra muy alejado de un tipo de personaje más real con el que un lector masculino pudiera identificarse. Y a esto se añade ese tipo de promoción de la novela en redes sociales, muy frecuente últimamente, en el que las escritoras adjudican ciertos actores o modelos a los protagonistas masculinos, intentando que la lectora visualice ese rostro, ese cuerpo, al pensar en el personaje de la novela. 

51RA51906jL

Evidentemente, esto disuade más aún al futuro lector masculino, ya que le resulta imposible, por razones obvias, identificarse con ese personaje. Pensemos por un momento que la protagonista se describiera como a Irina (la ex de Ronaldo), Adriana Lima, o Scarlett Johansson, por citar algunos ejemplos. Con toda probabilidad, las lectoras no se verían representadas por esos personajes y no podrían sumergirse del mismo modo en la historia.

En definitiva, pese a la evolución en estos últimos años, las editoriales parecen empeñarse en que la novela romántica siga siendo un género escrito por y para mujeres.

La revista no se hace responsable de la opinión de sus autores.

Deja tu comentario bajo este artículo. Nos interesa mucho tu opinión. 

Leo Mazzola

Autor de “Sueños de luna”