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lunes, 29 de abril de 2024 19:35h.

Un día en el calendario, lamentablemente

Todas contra la violencia

Parece que cada día del calendario está dedicado a alguna lucha determinada, o a conmemorar algo relevante para la humanidad. Y para desgracia del género femenino, también hay uno dedicado a la lucha contra la violencia hacia las mujeres.

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Es bien triste que en el siglo XXI tengamos que dedicar un día para señalar la gravísima situación de violencia que sufren tantas mujeres.

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como “Todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.


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No dejo de preguntarme por qué según las estadísticas, uno de cada tres jóvenes considera inevitable o aceptable “controlar los horarios de la pareja”, “impedir a la pareja que vea a su familia o amistades”, “no permitir que el otro trabaje o estudie” o “decirle las cosas que puede o no puede hacer”. Y por qué ellos consideran que tienen derecho a controlar, impedir, o imponer nada a sus compañeras, novias, o parejas…

 

Hay algo que subyace en todo esto y es que, no sé por qué, las mujeres casi siempre quieren complacer a los hombres, tratando de ser lo que en realidad no son, sólo para que ellos estén felices y se queden a su lado. ¿Cuándo vamos a cambiar eso? No nos damos cuenta de que, de este modo sólo podemos mantenerlos a nuestro lado durante un tiempo, y que al final, todo eso se desmorona y siempre termina pasando factura; a las mujeres por hacer lo que quiere y gusta a su pareja y no lo que en realidad les apetece, y a ellos, porque esa comodidad que ellas les ofrecen es ficticia y no termina de satisfacerlos. Dejamos de ser nosotras mismas, para ser lo que nuestra pareja quiere que seamos. Y lo peor es que muchas veces ni siquiera nos lo piden directamente, lo hacemos nosotras mismas, como si eso fuera implícito en el hecho de ser mujer y tener pareja.

 

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Se me ha ocurrido ilustrar esto con un pequeño relato sobre cómo o cuándo empieza todo.

“Alba había empezado a pensar que tal vez estaba equivocada, y que su mejor amiga, Elena, tenía razón cuando se enfadaba con ella por aguantarle a Mikel tantas tonterías. Pero es que Elena aún no se había enamorado nunca y no sabía lo que era eso… Discutieron mucho las dos, pero Mikel la había convencido de que Elena era una chismosa y una envidiosa, que lo que quería en realidad era estar con él y que lo que tenía que hacer era dejar de pasar el tiempo con ella y con aquellas estúpidas amigas que sólo le tenían envidia. No hizo falta que les dijera nada, poco a poco se fueron espaciando las llamadas entre ellas, hasta que dejaron de salir juntas. Ahora ya sólo salía con Mikel cuando a él le apetecía, y hacían las cosas que él decidía. Empezó a vestirse como a él le gustaba, y hasta llevaba el pelo como él quería. Elena fue consciente de cómo Alba se fue apagando. Siempre había sido una chica muy divertida, y muy original vistiendo, sus amigas bromeaban con ella diciéndole que algún día sería diseñadora de moda, pero todas aquellas ilusiones se fueron esfumando poco a poco. Empezó a vestirse cada vez de forma más anodina, tratando siempre de no llamar la atención, de pasar lo más desapercibida posible para que otros chicos no se fijasen en ella. Dejó de sonreír y de ser aquella chica dicharachera que siempre había sido. Se fue anulando poco a poco, y obedecía ciegamente a su chico en cosas tan simples como el peinado, la ropa, o salir con sus amigas. Sus padres también se dieron cuenta del cambio que se había operado en su hija, y por mucho que trataban de hablar con ella, no conseguían nada. Aun así, Luisa, su madre no desistió en su empeño, era una madre y las madres siempre buscan el modo de llegar, aunque a veces tardan en darse cuenta de lo que está pasando. Era muy doloroso reconocer que aquel problema de maltrato en adolescentes del que tanto hablan tanto los medios, le estaba pasando a su hija. Pero entonces empezó a preguntarse qué día su niña dejó de hacerse aquellos peinados locos que le gustaban, cuándo dejó de vestirse con los modelos que ella misma reinventaba con lo que tenía en el armario…  y cuándo su mejor amiga, Elena, dejó de llamarla para salir, y no sólo ella, también las demás amigas.

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Hasta que aquella fatídica mañana le estalló todo el problema en mitad del cuarto de baño de su propia casa. En un descuido, o tal vez no lo fuera, la madre entró al aseo cuando su hija se estaba duchando y con el corazón desgarrado vio el lacerado cuerpo de su niña. De pronto, lo comprendió todo. Quedó sin palabras, palideciendo por momentos ante la desnudez de su hija. Aquel cuerpo tan amado, al que ella había dado vida y que ahora aparecía amoratado y frágil… ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Todo había pasado ante sus propios ojos y no había sido capaz de verlo antes. Alba no pudo cubrirse a tiempo para impedir que su madre fuera testigo de lo que le estaba pasando. La madre, olvidando cualquier reproche, cogió la toalla y comenzó a secarla en silencio, muy despacio, abrazándola para darle calor como cuando era niña. Alba se dejó hacer, dando rienda suelta a todo el llanto acumulado durante aquel tiempo, hasta que terminó cobijada en el regazo de su madre como un bebé, mientras ella, con los ojos anegados en lágrimas le besaba el pelo, y acunándola susurraba. 

—Tranquila mi amor, ya pasó, ya te tengo…”

 

Sigo pensando que la base de todo está en la educación, de poco sirven las prohibiciones o las leyes, etc. Sin educación, no hay solución. Hay que educar desde el inicio, porque todo lo que aprendemos de niños se queda grabado para siempre. No se trata sólo de hablarles y explicarles cómo son las cosas. Las niñas y los niños, aprenden sobre todo de nuestro comportamiento, y muy poco de nuestros discursos. Creo que es necesario hablar mucho, e incidir en ciertas cosas hasta parecer incluso repetitivos, pero lo que realmente queda impreso en su ser, es nuestra forma de comportarnos día a día, nuestra manera de vivir y de actuar.

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Desde que me dedico a escribir, y además género romántico, soy consciente de que me leerán personas de diferentes edades, algunas muy jóvenes, lo que me ha hecho pensar que tengo algo de responsabilidad en el tema de los estereotipos. Por eso trato en cada novela de que los personajes masculinos estén al mismo nivel que los femeninos, tanto en el tema cultural como social. Me gusta que los hombres traten a las mujeres como a iguales. Unas veces ellas aprenden cosas de ellos, y muchas otras, son ellos los que aprende de ellas.

 

 Me gusta recrear escenas en las que se palpe esa igualdad. He desterrado expresiones como “eres mía” porque no quiero dar lugar a ninguna duda. Quiero que la gente más joven que me lea, encuentre en mis novelas, un tipo de hombre que jamás será superior a la mujer, sino igual. Un tipo que se enamore y quiera a su chica sin imponer, y siempre respetando su individualidad. Por supuesto mis protagonistas femeninas, tienen también el mismo comportamiento.

 

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Os voy a recomendar mi última novela “VENTE CONMIGO AL CIELO” que saldrá publicada el próximo 30 de diciembre. En esta novela cuento la historia de una chica a la que su pareja maltrata. Empieza con el maltrato psicológico, pero enseguida llegan los insultos y los golpes. En esta novela trato de dejar patente que, a pesar de todo, hay una salida. Siempre hay una salida… Dejo un pequeño párrafo muy significativo, de lo que podréis encontrar en este libro.

“…Pero Ana había empezado a pensar que el amor no podía ser aquello. El amor no podía ser vivir con miedo en su propio hogar, no podía ser vivir cada día con la angustia metida en el pecho, incrementándose más, a medida que se acercaba la hora en la que él regresaba…” “…El amor tendría que ser esperar con ansia el momento de su llegada y comerle la boca con un beso, tendría que ser una palabra de aliento cuando ella estuviera triste o unas risas al levantarse…” 

“…Le daba vueltas a la cabeza, con el miedo alojado en sus entrañas, pero vislumbrando un punto de luz en lo más oscuro de sus pensamientos… Hasta que un día aquel punto se hizo más grande y más luminoso, tanto que de pronto se convirtió en un haz de luz intenso que le iluminó la razón y le dio la fuerza necesaria para levantarse y coger las riendas de su vida. Y lo hizo, se levantó y tomó la decisión tantas veces aplazada..."

                                                          Diciembre 2017

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Mencía Yano

http://www.menciayano.com