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viernes, 03 de mayo de 2024 06:33h.

NO TODOS TIENEN UNAS BUENAS CONDICIONES DE VIDA

¿Derecho a la vida...?

La globalización no debería sacar pecho en internet, sino en el bienestar social. 

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Presumimos de garantizar una serie de derechos fundamentales inherentes a la especie. El más elemental de todos ellos es el derecho a la vida. Según este derecho, todos los seres humanos tienen la libertad de desarrollarse, vivir en paz y tomar sus propias decisiones. Pero, ¿qué ocurre cuando el principio fundamental no se cumple? La muerte entra en escena prematuramente.

 

Veinticinco mil personas mueren cada año de hambre o debido a situaciones de extrema pobreza. ¿Tienen ellos también derecho a la vida? Por crudo azar, tuvieron la mala dicha de nacer en países donde no se puede garantizar el más básico de los derechos, el más vital y humano. Es inasumible para nuestra raza que haya miles de personas muriendo año tras año de hambre. Debemos actuar ya.

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La riqueza mundial, lejos de estar distribuida con equidad y coherencia, lo hace de una manera muy curiosa: la mitad del dinero en el mundo está en manos del 1% de la población. Esto significa que los multimillonarios, personas que poseen varios hogares y todo lujo de caprichos, están reuniendo una ingente suma de dinero inútil para su supervivencia. No es admisible que haya familias con islas propias y otras luchando por conseguir agua limpia o un plato de comida.


El desequilibrio es tan caótico y letal, tan asfixiante, que priva de oxígeno a estas miles de personas, quienes continuarán muriendo mientras no lo impidamos. Debe pesar sobre nuestra conciencia, porque podemos evitarlo.

 

Creo que si hablamos de globalización debemos empezar a concebir que los países remen todos en la misma dirección social, al menos, para garantizar el derecho a la vida en cada rincón del planeta. El egoísmo y la ceguera que provoca la oscura ambición de acaparar dinero para satisfacer fines materiales, está destruyendo los valores y el alma de la sociedad. El planeta se consume con el cambio climático y la contaminación que generamos, pero no nos importa, porque nosotros no lo veremos perecer. Vivimos el presente de manera frívola e irresponsable.

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Nadie ha elegido venir al planeta Tierra. Aterrizamos sin billete de vuelta en un vuelo con turbulencias que nos continúan sacudiendo a través de guerras y contratiempos. Estoy convencido de que otra forma de vivir es posible. Damos por sentado que el capitalismo es incuestionable y satisfactorio, pero la desigualdad está alcanzando cotas devastadoras e inhumanas. Bancos y empresas miran su ombligo en busca de prosperidad y así son felices, con el incremento del beneficio. Cierran los ojos cuando se habla de hambre, enfermedades o desastres naturales, ya que no se ven en la obligación de actuar; no es su problema.

 

Considero que estamos en la responsabilidad moral de hacer algo por las personas que no pueden valerse por sí mismas en cuestiones tan acuciantes como la seguridad o la supervivencia. ¿Hasta cuándo vamos a continuar así? Los gobernantes deben trabajar unidos por los intereses de cada ser humano. La comida no se le puede negar a nadie, independientemente de su raza, personalidad o condición social. Nadie ha elegido nacer.

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No progresaremos como especie hasta que subsanemos este mal que tanto me abrasa, pues resulta ridículo creer que la humanidad avanza, que ya estamos en el futuro, cuando nos miran a los ojos decenas de miles de semejantes chillando auxilio, envueltos en conflictos bélicos y sociales. La globalización no debería sacar pecho en internet, sino en el bienestar social. Hagamos del mundo un hogar, establezcamos garantías justas y dignas para todos los hombres y mujeres que tienen la maravillosa fortuna de poblar este hermoso lugar.

 

No puedo evitar pensar en esos miles de anónimos, hambrientos y sedientos, que sucumben ante la tiranía de un sistema accionado por principios darwinianos. Lamentablemente, no solo sobrevive el más fuerte, sino también el más egoísta.

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Héctor Martínez González

Autor de "Una mujer en mis sueños" y "Una familia insólita".